domingo, 24 de noviembre de 2013

ENTRE COPAS

Con poca agua y cubierto de hojas, el río parece una alfombra deshilachada que se abandona.
La escapada ha sido corta y este sol de membrillo me invitaba a pasear de día por el garito de las noches de copas. Recuerdo bien la fiesta, las revueltas del agua y las posturas, pero el río tiene la trapa bajada y no queda nadie, sólo la  barra vacía y un intenso olor a frío. El río de primavera se ha dormido y deja un local abandonado.



Quedan pocas hojas en pié y los últimos hongos terminarán aquí su camino. Apenas un par de corzos y un bando de páridos recorren el barrio.

El hechizo del agua me atrae hacia la orilla y me dejo caer de costado sobre los alisos. Cuento las hojas que pasan, las ramas que tira el viento, aquí no queda nadie.



Al parar el aire los tricópteros pilotan cerca del agua. La sombra de las hojas se levanta del fondo y al llegar a la superficie abre los ojos. Es ella, la chica de la última noche, aquella que me sonreía en la barra pero no quiso tomarse una copa conmigo. Ahora que no la invito, bebe sola y muerde el tricóptero como la aceituna de un Martini.





No he dejado de pensar en ella. En cuál sería su combinado favorito, o si mi tono fue adecuado al invitarla. No me lo quiso decir. La miro ahora desarmado y ella no aparta la vista, es la reina del pozo y yo un voyeur inofensivo.
Preparo mi traje de fiesta y mis brillantes adornos esperando el inicio de la  música. Sólo quedan cinco meses, pero seguro que volveremos a encontrarnos.
Cuando la invite de nuevo, tal vez acepte, o tal vez no, pero estoy seguro que seguiremos mirándonos entre copas.

miércoles, 2 de octubre de 2013

MALDITOS TRAMPOSOS

Hace una semana, saliendo tarde de trabajar, arañé un rato a la cena para tomarme una cerveza. La ocasión lo merecía, nuestro representante en el consejo provincial de pesca traía noticias frescas sobre nuestras propuestas. Había fútbol en la tele del bar y me costaba entenderle, le pedía que me lo repitiera por segunda vez y hasta una tercera. " A  ver si lo he entendido bien, ¿dices que esa es la propuesta de la Junta? ¿Estás  seguro?"
El 2013 era nuestro año. Con los dedos cruzados esperamos ese rincón del BOCyL donde la nueva ley de pesca de Castilla y León fuera definitivamente aprobada. Los últimos rumores ya le ponen fecha a finales de octubre. Una ley que podía haber sido promulgada en cualquier parlamento nórdico pero que ha sido parida aquí, en la tierra de la boina y el calcañar. Algo inédito.
El consejo de pesca de León, como el resto de consejos provinciales es un órgano consultivo, una ventana abierta donde ecologistas, pescadores, deportistas o científicos pueden traer sus propuestas a la Administración antes de aprobar la orden anual de vedas.
Pero esta vez ha sido la Administración la que traía las propuestas, por escrito y sin afán de negociar nada, únicamente de "informar" de los que se llevará al consejo autonómico y de allí a la normativa anual de pesca.
El espíritu de la nueva ley declara a la trucha como "especie de interés preferente" y plantea la pesca como una actividad que ha de ser sostenible. Por ello, si no existe un plan de gestión que garantice la sostenibilidad de las poblaciones, la pesca ha de ser, por defecto, siempre sin muerte.
Este es el punto de partida. La primera piedra de un edificio complejo pero posible: que siga habiendo peces para  que la pesca cree riqueza y genere futuro.
No hay plan de gestión más barato que la pesca sin muerte. Gestionar con muerte es caro y exige un ejercicio de malabarismo casi imposible, donde nunca se contenta a nadie.
Pero la Junta de Castilla y León, a pocos días de promulgar su nueva ley de pesca redacta un listado de propuestas que la amordazan, haciendo la trampa antes que la ley.
Todos los cotos de la provincia pasan a ser CON MUERTE y los tramos libres, que por defecto deberían ser sin muerte, se acotan y recortan reservando los mejores tramos para que sigan siendo con muerte bajo el nombre "Cotos en Régimen Natural" (será que lo "natural" es matar truchas) y a los que se accede "con un pase de control a precio reducido".
Veinte años peleando metro a metro cada nuevo tramo sin muerte (libre o acotado) tirados a la basura en una sola propuesta.
En el consejo de Salamanca, días después, la misma propuesta.  El resto de provincias irán por el mismo camino a lo largo de este mes.

Vivimos malos tiempos y no sólo para  la lírica. Son malos tiempos para soñar el  futuro.
Necesitamos liquidez. Así que vendamos el ajuar de la abuela, arrasemos la herencia de nuestros padres y derrochemos los ahorros de veinte años sacrificando las truchas de todos por un puñado de euros. Cuando terminemos, recojamos nuestras monedas y contribuyamos a ajustar el presupuesto de alguna empresa pública o algún departamento oficial. Uno de esos que ya no gestionan casi nada porque todo fue vendido, subcontratado o privatizado.
Y el domingo, con los amiguetes y la familia, preparemos una buena parrillada de truchones del Tormes, unas sopas de ajo con las truchas de Felmín o unos escabeches con las truchas de algún desaparecido libre sin muerte. Llenaremos de doradas truchas del Duerna los arcones de suegras y cuñadas  hasta que la navidad  obligue a hacer sitio y acaben entre mondas de naranja en el fondo de la basura.

Comamos y bebamos amigos, que el mañana no existe. Saciados y borrachos será más fácil que nos desnuden y nos roben la ropa, dejando nuestras vergüenzas al aire, porque hay que ser fieles a la tradición, esa que opina que las culpa siempre es de otros y que yo no puedo hacer nada, porque no  va a cambiar nada.

Yo he tirado mi boina, prefiero que el aire me despeje las ideas.
Y después de cagarme en todo, voy a hacer algo. Me lo pide el cuerpo.

   

lunes, 16 de septiembre de 2013

EL EJEMPLO DEL ÓRBIGO

Las llanuras de inundación son parte fundamental del hábitat de un ecosistema fluvial.
Sin embargo, sufren el castigo permanente de escolleras y obras públicas con la escusa de "proteger" las poblaciones y los cultivos. Obras caras que mutilan la capacidad de generar vida y empeoran los destrozos cuando sobrevienen las inundaciones.
 
Obligado por la normativa europea, veintitrés kilómetros del río Órbigo han recuperado la conexión del cauce con su llanura de inundación, devolviendo al río lo que es del río.
Recuperado su espacio, el río será un lugar más seguro y aumentará su capacidad de alojar vida. Los próximos años podremos comprobar lo agradecido que es un ecosistema cuando recupera su espacio y puede respirar.
 
Esta vez las máquinas se usaron para reparar errores en un "proyecto de restauración", uno de los más ambiciosos llevados a cabo en España y que ha sido seleccionado como finalista en los prestigiosos galardones ambientales European Riverprize.
 
 



El Ejemplo del Órbigo (versión reducida) from Carlos Rodriguez (BICHO Prods) on Vimeo.

jueves, 22 de agosto de 2013

VENENO

"Desde que era un retaco ya quería ir a pescar... ¡pero si nadie en la familia pesca! No me explico de dónde ha sacado este guaje tanta afición"

Los chavales no pegan ojo desde hace días. Hay muchos kilómetros de orilla para  investigar y los primos están felices. La ilusión de descubrir qué hay en la siguiente orilla mantiene la chispa en sus ojos. A los tres nos basta con ver los barbos y emboscarlos antes de que huyan para llenar el día, los tres masticamos el  veneno.


Con el agua  alta y las orillas enlodadas no se puede hacer mucho. Sentados en la ladera su madre nos reparte cecina y queso para continuar la guardia. Las ondas marcan otro pez que se acerca hacia nosotros. Cuando nos alcanza lo miramos, no es un barbo, es un enorme bass vagueando por la orilla.
En la tercera pasada apuramos la cucharilla cerca de la boca... mordió!!


Encuadro la foto que soñamos cuando teníamos nueve años. La escena se contará mil veces y en cada ocasión será un pez más grande y una pelea más épica. El veneno de la pesca provoca estas fiebres y deja una dulce resaca tras viajar allá  donde fuimos felices sosteniendo nuestro sueño con las manos.

jueves, 8 de agosto de 2013

MONSTRUOS

Recién atravesada la frontera portuguesa, el Duero es un río represado y profundo que recoge el agua de una cuenca enorme plagada de invasores.
Un cartel en el embarcadero suena a broma colocada por algún turista simpático. Rodeado por agua quieta y oscura, el entorno parece un escenario propicio para ser devorado por algún monstruo en cuanto dejes de mirar el río.
 
 
Subimos aguas arriba, a uno de los últimos embalses antes de cruzar la frontera. El nivel sigue altísimo y el sol abrasa el agua provocando un bloom de fitoplancton. En el cielo los  buitres nadan en un aire viscoso y recalentado mientras las carpas planean sobre la sopa verde batida contra el muro del pantano.
 
 
 
Todo se queda quieto, sin ganas, abochornado por el calor. Sobre esta calma de espejo se encaraman al islote la silueta del cormorán y la carrera chillona del chorlitejo.
 
 
 
 
Yo también me subo a la roca. Busco aletas, señales de bigotudos en travesía a los  que servir un bocado. El agua cristalina de las playas me ciega y disuelve las siluetas, así que lanzo inseguro a las sombras.
 
 

 
Los barbos de verano son dorados y rechonchos. Con mucho genio en la pelea, pero delicados fuera del agua bajo un sol tan severo. Mientras espero, libélulas color Ferrari toman tierra girando sus ojos de esfera en busca de viajeros descuidados.
 
 
Frente a nosotros, un monstruo extraño toma el sol sobre las rocas. Ha emergido de las profundidades buscando aliento. Es un ser fabuloso con cuerpo de serpiente y cabeza de pez.
La culebra acuática ha cazado un pequeño lucio. Es una culebra mediana y el lucio no pasa del palmo, pero juntos forman un tándem monstruoso luchando cuerpo a cuerpo hasta que uno se rinda o los dos pierdan la vida.
 
 
Pequeños monstruos luchando bajo las aguas. Escenas de muerte que se tropiezan con nosotros por casualidad.
En adelante tomaré más en serio los carteles, no sea que la próxima escena incluya a un mosquero incauto que dio la espalda a las aguas oscuras... tan sólo un momento.
 

martes, 16 de julio de 2013

PIRINEOS

Los Pirineos son montañas nuevas de corte centroeuropeo. Acostumbrado a montañas viejas bien lamidas por el tiempo, me gusta visitar estas moles masivas de roca y hielo con cumbres desafiantes y multitud de urbanitas practicando deportes acabados  en "ing".


A pesar de la marea humana, aquí la pesca es minoritaria y puedes recorrer sus ríos en soledad sin más molestia que la cara extrañada de algún guiri con los pies a remojo y vacas de mirada aburrida.


Tengo predilección por el pirineo aragonés, frondoso y extenso, con infinitos valles y entornos protegidos abanderados por Ordesa.


El calendario laboral me obliga a elegir fechas a ciegas, así me quedé con la primera semana de julio, la más clásica y exitosa en otros años. Un invierno tan cargado de nieves y una primavera fría presagiaban que julio sería demasiado pronto y así ha sido.
Grandes neveros, cascadas vivas y ríos explosivos crecidos por el deshielo. Las laderas azotadas  por el cilicio de hielos aparecen desgarradas por los aludes, con enormes bolas de hielo y ramas arrojadas en el fondo de los valles.


El agua alta baja con prisa y no se detiene. Sin remansos no hay posturas, pero las truchas están hambrientas así que comen pegaditas al fondo. Las busco rezagadas en la orilla y las tiento con moscones y saltamontes. Casi se las oye gruñir cuando suben atacando con furia. La genética mediterránea viste de puntitos su cuerpo sobre un franjeado de bandas. Los fondos blancos y el agua purísima les dan un aspecto cristalino como de figuritas de colección.



Después de seis horas de coche y una buena caminata diaria, encuentro truchas frías y cauces de los de entrar y no saber por dónde salir. El río marca mis límites, así que me siento en la orilla y dejo que todo fluya, miro detrás de la cámara y no me canso de hacer fotos.



A mi lado hay unas salgueras que la crecida ha descarnado dejando sus huesos al aire. En la orilla una pareja de sapos se abraza intensamente enredada entre cordones de huevos y en el pasto, la marmota sestea inmóvil como un perro a la puerta de casa.




Al día siguiente cambio de valle y trepo por una senda de ibones. Mirando el agua que  cae del nevero veo una carraleja, esos escarabajos negros de abdomen hipertrofiado y sabor repugnante, tan largos como un meñique. Baja pataleando agitada por la corriente. A punto de caer por el galgón un pequeño salvelino gira en redondo y no para de atacarla a mordiscos, incapaz de que le entre en la boca.
Llevo un par de horas con imitaciones políticamente correctas y sólo  he conseguido tímidos rechazos. Estos salvelinos fríos sólo vencerán la corriente por bocados realmente grandes, así que guardo la caja de moscas y saco el baúl de foam: la caja de barbos.
Un grillazo rechoncho y al segundo lance clavo a mi amigo bocanegra. La foto me recuerda a otro salvelino de este río hace unos años. En aquella ocasión el pequeño pez se tragó una gran rana y luego comió mi mosca con las patas de la rana aún colgando de la boca. Un auténtico tragón.


Las tormentas de verano nos invaden, liquidan el sereno y nos echan del río. Una pena, porque si los pequeños salvelinos comen grillos, qué no comerán sus hermanos mayores, esos de treinta y tantos que salen entre col y col por aquí... me rindo al dios del trueno, la montaña manda  y nos manda a casa.


Mi subida pirenaica termina aquí, con pocos peces y hambre de verano. Los que tengan la suerte de venir a final de mes, podrán disfrutar de peces sin tocar y cauces serenos. Sólo me queda esperar un largo año con su largo invierno para poder regresar.


Como aquellos nómadas y sus ganados esperaré paciente a que las aguas desafíen el muro de hielo y roca, empujando el maná de peces a través de la frontera.

domingo, 23 de junio de 2013

AMULETOS DORADOS

Demasiado frío y caudales altos han retrasado dos semanas la visita. Las dánicas llegan tarde este año. El retraso me ha servido para montar a tiempo algunos montajes nuevos.
Los subimagos de dánica son moscas grandes, muy grandes en el caso de los machos y en los primeros años pecaba de tímido con el tamaño de los montajes. Llegado al río el contraste con el original era sorprendente, me había quedado corto. Un doce, un diez o incluso un ocho, son las tallas adecuadas para los modelos amarillo limón de los subimagos. Cuesta acostumbrarse a mirar estos modelos tan grandes con fe, pero es lo que funciona, quieren chicha.
 
Desde Navarra, Valladolid y León viajamos para encontrarnos en el río a media mañana. En el puente ya se veían truchas comiendo pequeños dípteros, aunque sin noticias de las dánicas. Pescando al agua pasó el mediodía y sobre la una de la tarde surgieron las primeras efémeras. Era el momento de sacar la munición amarilla. Como siempre, las comparaciones son odiosas y mis imitaciones parecen infantiles al lado de la delicadeza y pulcritud de Paco.
 
 
Un poco alto y tomado por las tormentas, el río aun estaba frío. Los modelos de foam y cuerpo extendido triunfaron el año pasado. Fue el año del "pajaroto" un bicho amarillo de excelente flotabilidad y muy poco agraciado, pero que comen con ansia.
Este año he querido afinar un poco más usando ciervo teñido para aligerar más el modelo. El resultado me gusta, moscas ligeras e insumergibles, buenos modelos para los subimagos.
 
 
 
En un río pequeño, tres pescadores son multitud, así que nos separamos. La meseta traza ríos muy largos y hay kilómetros de sobra para todos.
 
 
La caña de bambú nacida en su taller, un modelo retro de Hardy para el carrete y una seda antigua bien engrasada. Este es el equipo de Paco para hoy. Todo un look Vintage que prepara con devoción, sacrificando posturas por lanzar con un equipo de aire viejo.
¿Paco, por qué  una caña de bambú aquí? "No es cuestión de truchas, es cuestión de "excelencia", me responde.
Joaquín y yo seguimos también nuestras costumbres. En mi caso, con siete pies y número bajo de línea.
 
 
 
Avanza la tarde y vuelvo a ver truchas atrapando moscas en el aire de un salto. Doy un paso atrás para no perder detalle, quiero grabarlo en mi memoria para alimentar mi imaginación en las madrugadas de montaje durante el invierno.
La comida está servida. Las cebadas rompen los parados dibujando grandes anillos de ensaimada.
 
Tras la oleada amarilla llegan los imagos, más delicados y con un amarillo más arenoso. Dibujan ochos en el aire endureciendo sus alas al calor del sol. Algunos ya están con la puesta y son toda una provocación sobre el agua.
 
 
Las truchas no perdonan y comen tragonas. El subimago aun las engaña y es que tienen el amarillo en la cabeza y si hace falta, se mueven de orilla a orilla para atraparlo.
 
 
 
Se agota el sol y volvemos caminando el enorme trecho que hemos recorrido. Este lugar solitario está hoy lleno de coches, bicicletas y remolques con sillas de camping. La romería al santo concentra a todo el pueblo en la ermita.
Calado el vadeador, caña en mano, saludamos a los vecinos vestidos de domingo. Su gesto mezcla la sorpresa y la compasión pensando que nos habremos perdido.
 
 
Como astronautas recién aterrizados volvemos a la base. Hemos dado un paseo espacial en otra dimensión del espacio-tiempo. Es hora de volver a casa y contar como Ulises todos los seres fantásticos que hemos conocido. Hadas amarillas sobre mares verdes, varitas mágicas de bambú y amuletos dorados que flotan sobre las aguas.
Ya estamos soñando con volver.
 
 
 

martes, 18 de junio de 2013

COMPAÑERA

Bromeo a menudo con mis amigos, diciendo que encontrar un buen compañero de pesca es tan dificil como encontrar una buena novia. Quizá sea porque los que nos acompañan en el río y en la vida comparten nuestro instinto más primario: SENTIR.
 
 
 
He compartido jornada con mi compañera, la de la vida. Dice que quiere conocer a la otra, esa amante que me saca de casa de abril a octubre y me mantiene inquieto el resto del año. Quiere pescar conmigo, buscando las sirenas que me reclaman y el escenario que me retiene siempre un ratito más.
 
Después de mi discurso teórico sobre los fundamentos del lance y su dificultad, su primer bucle vuela más que aceptable. Definitivamente el sentido del ritmo y la coordinación motora está impreso en el cromosoma X.
 
 
Las orillas inundadas dan al pantano un aspecto de lago centroafricano rodeado de sabana de encina y pastos de diente. Los barbos no están por subir, prefieren enredar entre las carpas que frezan en un frenesí de carreras que las sacan a la orilla.
 
Hay que ninfear dándoles la comida a la boca como a los bebés. Al fin clavo el primero y le cedo a ella la caña. Como si le diera un cable pelado, la eléctrica carrera del barbo agita su cuerpo. La miro dando instrucciones como una matrona... "suaaave, déjale correr...suave, suave...recoge!...firme y suave... recoge!"
 
 
Me gusta su cara de susto y su pundonor por ganar el combate. Ya vencido, lo exhibe radiante a la cámara. La retrato y siento una mitad de mí en esa foto, en las manos que abrazan, en esa emoción primeriza. Las chicas felices son las más bonitas, ya lo creo que sí.
 
 
 
Caminamos despacio porque se detiene en las reculas buscando peces. Al darme la vuelta la encuentro concentrada revisando el bajo. Todo es cotidiano y nuevo a la vez, porque ella, mi compañera de pesca, sigue siendo aquella que me comparte.

Gracias R.